Chiapas
14


Entrevista de Ana Esther Ceceña con Gabriel Herbas *
La guerra del agua en Cochabamba

bonus track

Presentación

Carlos Walter Porto Gonçalves,
Latifundios genéticos y existencia indígena

Enrique Rajchenberg y Catherine Héau-Lambert,
En la antesala del Plan Puebla-Panamá: Tehuantepec en el siglo XIX

Jaime Estay,
ALCA: el paraíso de los inversionistas

Entrevista de Ana Esther Ceceña con Gabriel Herbas,
La guerra del agua en Cochabamba

Claudia Korol,
El tiempo subversivo de los intentos y el deseo


DEBATE

Giovanni Arrighi,
Linajes imperiales: sobre Imperio, de Michael Hardt y Antonio Negri


PARA EL ARCHIVO

Gudrun Lenkersdorf,
Gobiernos concejiles entre los mayas: tradición milenaria

Cacique Guaicaipuru Cuauhtémoc,
Sobre la deuda externa

Declaración política del III Foro Mesoamericano,
Frente al Plan Puebla-Panamá, el Movimiento Mesoamericano por la Integración Popular

TESTIMONIO

Amarela Varela,
¡Piqueteros, carajo, piqueteros!


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Chiapas 14


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Como parte de las políticas privatizadoras impulsadas por el Banco Mundial para América Latina, en 1999 el gobierno boliviano resuelve conceder a una empresa trasnacional, la Bechtel (Aguas del Tunari en su nombre local), la facultad de gestionar y distribuir toda el agua de la ciudad de Cochabamba y alrededores. Esto fue considerado por la población como un atropello: el contrato fue casi clandestino (con una cláusula de confidencialidad); violentaba las formas tradicionales establecidas para la distribución del recurso; incrementaba las tarifas para hacer pesar sobre la población las inversiones de modernización del sistema, ya que la empresa sólo se hacía cargo sin aportar un solo peso, y expropiaba de hecho los pozos que alimentaban la red privada o comunitaria. Un grupo de ambientalistas, abogados, economistas y algunos otros profesionales vinculados con los temas del agua se percatan de la existencia de este contrato y empiezan una búsqueda por conocerlo, primero, y por estudiarlo y refutarlo, después. Entre ellos se encontraba Gabriel Herbas, economista miembro del Foro Cochabambino del Medio Ambiente, quien nos relata cómo la lucha por modificar ese contrato lleva a la conformación de la Coordinadora por la Defensa del Agua y de la Vida, de la que es uno de los portavoces, y cómo el debate de la ley correspondiente se convierte en una insurrección popular como nunca antes se había visto en Cochabamba.

Después de abril de 2000 en que la ciudad completa se levanta en contra de la privatización del agua y decide, en cabildo abierto, mantener tomada Cochabamba hasta que se eche abajo la ley, se inicia un proceso de construcción de utopías con la confluencia de sectores rurales y urbanos, indígenas y campesinos, trabajadores fabriles y desocupados e incluso niños de la calle, que no parece tener freno, como lo demuestra de algún modo la última campaña electoral del 2002.

El recuento del proceso revela el carácter tortuoso que tienen estos contratos en que empresarios, gobernantes y, por supuesto, organismos internacionales entremezclan sus intereses para expropiar al pueblo, a la ciudadanía. Esto no es algo excepcional. Se pueden referir muchas situaciones similares con respecto a los recursos energéticos, ambientales, o a cualquier recurso valioso que se encuentre en los países del tercer mundo -en este caso se trata del agua, el recurso vital por excelencia. Pero más allá del propio recurso, lo que interesa especialmente en el caso de Cochabamba es la manera como los diferentes sectores de la población pudieron articularse mediante formas organizativas nuevas, éticas, horizontales y muy respetuosas de las diferencias entre ellos. La autoridad moral de la Coordinadora por la Defensa del Agua y de la Vida, que se conserva hasta hoy, se sustenta en la transparencia, honestidad y coherencia de sus integrantes y voceros.

Aparentemente, la lucha por el agua en Cochabamba es la apertura de un camino de grandes horizontes. Porque nosotros "ya no tenemos el tiempo necesario para esperar otros quinientos años", nos dice Gabriel Herbas, por eso se han echado a andar.

El contrato de privatización del agua, una operación clandestina

La organización a la que yo pertenezco y otro cúmulo de organizaciones ambientalistas más, preocupadas por los temas ambientales del parque Tunari, comenzamos a estructurar una organización totalmente horizontal que se llamó el Comité de Defensa del Parque Tunari. En ese ínterin, en las discusiones, nos enteramos del tema de la suscripción del contrato con Aguas del Tunari, por parte de la alcaldía de Cochabamba. Como asociamos temas ambientales con temas del agua -precisamente gran parte del agua que abastece a Cochabamba, las aguas superficiales, vienen de la cordillera donde está el parque Tunari-, inmediatamente percibimos el problema tanto de la concesión, como del incremento tarifario posterior. Comenzamos a investigar y en una primera fase sacamos un primer manifiesto, en el mes de junio de 1999, como Comité de Defensa del Agua, en el cual se incorporaron una serie de entidades asociativas, de gremios, los colegios de ingenieros civiles, de arquitectos, de economistas, de bioquímicos y otras instancias más de la sociedad civil que así hacen conocer su voz.

Precisamente convocamos a todos los sectores que habían sido ignorados en este proceso de concesión a Aguas del Tunari. Esto tuvo una buena acogida porque no eran partidos políticos los que estaban convocando, eran más bien organizaciones ambientalistas que sí tienen credibilidad, precisamente porque no persiguen lucro y no están en ese tipo de funciones, por esta razón tuvo credibilidad y un acercamiento de forma desinteresada de gran parte de la sociedad civil. Hicimos una enorme difusión de las posibilidades, o sea de los problemas que nosotros visualizábamos en ese entonces traería el contrato, y éstos eran una falta de inversiones en la empresa, incrementos tarifarios, problemas ambientales -porque el tema de la privatización del agua tiene enormes consecuencias ambientales también. Empezamos a explicar esto inicialmente casi como esos religiosos que van de puerta en puerta. Fue una tarea bastante ardua hasta noviembre, en que sale la ley privatizando el agua. Aquí hay un error que el gobierno tradicionalmente hace: dentro de una ley específica que es la Ley de Agua Potable y Alcantarillado, introduce de contrabando un artículo que privatiza virtualmente el agua en todo el país. Esto a raíz de que a nivel nacional el gobierno no se animó a entrar en una discusión abierta de la ley de aguas, ¿por qué?, porque es de difícil consenso, son diferentes los sectores que en el pasado ya demostraron su oposición. Entonces, como no podía entrar con una ley un tanto al descubierto, subterráneamente la incorpora a través de un artículo e intenta privatizar el agua, y fundamentalmente a través de las concesiones, dándole además poderes a la Superintendencia de Aguas, una entidad típica de este modelo neoliberal: en realidad los superintendentes son los hombres clave en este modelo ya que inclusive su palabra está por encima del presidente de la república. Son los superintendentes los que pueden saber todo acerca de un sector, el superintendente de hidrocarburos es la última palabra en el campo de hidrocarburos, el superintendente de minas es lo último en el campo de la minería. El congreso los nomina, por eso además se ha adoptado un mecanismo tal que estos superintendentes tienen asignado el puesto durante diez años, ¡diez años! Un superintendente garantizado.

Además de esta modalidad, creo que en Bolivia se han llevado a extremos los detalles del ajuste estructural y, por esas razones, estos superintendentes son unos superhombres que lo que ellos dicen ni siquiera el presidente lo puede revisar, porque están puestos para eso. Entonces con complicidad de la Superintendencia de Aguas se da el contrato. Nos costó mucho trabajo conseguir el contrato. Cuando tuvimos acceso a él, realmente nos quedamos un tanto fríos. Parecía que lo hubiera elaborado solamente el abogado de la compañía y que no existe un abogado de parte del estado, porque todas las cláusulas eran favorables al concesionario, y en esto debemos señalar una cláusula de confidencialidad, o sea se estaba vendiendo, se estaba concesionando una empresa de carácter público, pero ahí en medio del documento había una cláusula de confidencialidad que indicaba que ningún boliviano debería de haberse enterado.

Entonces, ¿cómo poder entender ese tipo de cosas? Para comenzar, el contrato no lo conseguimos de forma abierta -en ninguna notaría se puede conseguir-, sino a través de un diputado, pero el diputado no lo consiguió a través de un petitorio normalmente que pueda hacer en el parlamento, sino que tuvo que conseguirlo clandestinamente. Ni el congreso estaba enterado. Con el contrato en la mano nos fue mucho más fácil explicar todas sus desavenencias y todos los perjuicios que iba a ocasionar. Hasta noviembre fue ése un trabajo de grupo un tanto reducido todavía, en un contexto profesional y de otros sectores preocupados por el medio ambiente y vinculados al tema del agua. En noviembre se dicta la Ley 2029 -le dieron ese número-, y a través de esa ley precisamente intentaron introducir de contrabando este artículo.

En noviembre, con esta ley se da la incorporación de dos sectores importantes: el sector de los regantes,[1] que además ya tradicionalmente había tenido acciones masivas en contra del aprovechamiento indiscriminado del agua por parte de la ciudad, y también se incorporan los trabajadores fabriles. En el primer caso, en el de los regantes, ya venían con una enorme tradición de combate porque dos o tres años antes habían tenido problemas cuando los administradores de la ciudad, y además de Semapa,[2] en forma inconsulta pretendieron abrir pozos profundos en una zona altamente sensible en el valle cochabambino que no está dentro de la jurisdicción del municipio sino que la traspasa, y al pretender extraer agua las comunidades habían denunciado problemas de que, al abrir esos pozos profundos, los pozos de ellos y sus vecinos se iban a secar. Entonces ésta fue una denuncia y sobre esto se hicieron acciones masivas y de enfrentamiento con la policía en varias oportunidades, inclusive en un determinado momento tuvo que intervenir el ejército para intentar pacificar esta situación.

El conflicto de algún modo por entonces se resolvió a favor de los regantes del valle bajo, y la ley precisamente enardece nuevamente a estos sectores y se incorporan. En noviembre ya se conforma la Coordinadora y se incorporan además otros sectores: barrios, comerciantes y otros más, en los que el discurso que había llevado adelante el Comité de Defensa había calado profundamente.

Básicamente, hasta este momento el discurso fue todavía focalizado hacia la ciudad. Con la emisión de la ley, inmediatamente se generaliza esto porque ya es no solamente Cochabamba sino el país el que empieza a percatarse que la ley les va a afectar en sus derechos tradicionales. En Bolivia conocemos eso como los usos y costumbres, o sea las comunidades han ido gestionando sus recursos de manera autónoma a cualquier poder estatal; son las comunidades en sus propios conflictos las que han gestionado el agua y de pronto el gobierno aparece con esta ley; ello origina una enorme reacción por parte de la población que se incorpora a este proceso. De noviembre a diciembre el accionar de la Coordinadora es todavía lento, pero además la clase dominante en Cochabamba, al percatarse que estaba surgiendo un organismo, intenta descalificar con una serie de argumentos. A ello se suma la existencia de las elecciones municipales; se producen las elecciones municipales en Cochabamba y se intenta descalificar a los dirigentes, pretendiendo que nuestro interés estaría o habría estado simplemente por figurar para después volvernos candidatos para las elecciones municipales.

Tuvimos que bajar de todos modos de tono; es más, nos abocamos a hacer una explicación y demostraciones de tipo técnico pues ya con el contrato en la mano pudimos predecir los incrementos tarifarios. Nos quedamos cortos en la predicción de los incrementos porque de acuerdo a los cálculos que hicimos, nosotros habíamos previsto incrementos tarifarios de hasta 115%, pero la realidad nos mostró que nos quedamos cortísimos. Hubo incrementos tarifarios que han ido mucho más allá de 300%, simplemente comento un ejemplo: en una reunión con ministros del área en una discusión en el arzobispado de Cochabamba, el arzobispo de la ciudad tuvo que reclamarle al ministro: "Señor ministro, usted aquí me viene a decir que no hay incremento tarifario, ¿cómo me puede explicar que la iglesia de tal lugar pagaba 800 bolivianos por agua y ahora me ha llegado la factura con más de 3 500 bolivianos, cómo puede explicarme eso?", le decía el arzobispo.

Ello es una clara muestra de cuánto subió, eso a nivel oficial, pero realmente nosotros tuvimos la verificación de parte de la población de que todo lo que habíamos dicho no era mentira ni era una campaña electoral, esperamos pacientemente a que pasaran las elecciones -es más, Aguas del Tunari congeló el incremento hasta después de las elecciones-, para verificar lo que habíamos dicho, porque tenía una enorme base técnica. La primera factura salió en enero, más o menos entre el 10 y 15 de enero, y la población ahí verificó que no le habíamos mentido; es más, que nos habíamos quedado cortos en predecir la situación: las facturas venían con incrementos, recategorizaciones y una serie de irregularidades.

Este dato a nosotros nos confirmó plenamente que esta empresa subsidiaria de Bechtel venía con las manos vacías y las inversiones que iba a realizar para expandir la red en Cochabamba eran inversiones que venían del bolsillo de la propia población. Y esto lo pudimos confirmar pues lejos de invertir, en los dos meses que estuvo dejó deudas pendientes; ni siquiera depositó el pago que deberían hacer los trabajadores a los seguros, se llevó hasta ese dinero, dejó deudas por electricidad, deudas particulares y un montón de otras deudas. Y bueno, se retiraron; ése fue uno de los procesos en el que la población pudo verificar, pero en este ínterin es donde la Coordinadora adquiere ya un carácter masivo.

Nosotros no solamente cuestionamos la ley, sino que para que el gobierno no diga que somos incapaces de plantear una ley, discutimos y la Coordinadora le entregó una ley al gobierno: "Bueno, quieren una ley, nosotros estamos planteando una ley, y posteriormente el reglamento a esta ley". Primero el gobierno dijo: "¿Saben que el reglamento va a costar como un millón de dólares? Redactar el reglamento y hacer todo el proceso va a costar como un millón de dólares, entonces tenemos que esperar un financiamiento del BID (Banco Interamericano de Desarrollo)". Entonces la Coordinadora, con todos los compañeros técnicos, le presentó una alternativa y le dio a título gratuito al gobierno: "Querían un reglamento, aquí está el reglamento", discutamos. A título gratuito le hicimos entrega del reglamento, pero además ni siquiera con el ánimo de imponer, sino con el ánimo de discutir; ustedes dicen que no hay reglamento, aquí está, les entregamos este reglamento y discutamos este reglamento. Y cuando el gobierno vino a Cochabamba y discutió el reglamento, perdió y ni siquiera solamente con las instituciones de la Coordinadora, sino inclusive con instituciones contrarias a la Coordinadora, y por unanimidad aprobamos elementos totalmente diferentes como la anulación de la Superintendencia, pero al gobierno como eso no le interesa, no encaja en el modelo la anulación de las superintendencias, entonces simplemente se olvidó.

El cabildo abierto

Fue una de las primeras constataciones y en la cual quedamos sorprendidos, particularmente yo me quedé sorprendido porque inicialmente me tocó lidiar a mí con el primer cabildo abierto, porque el resto de los compañeros había viajado. Convocamos con un día de anticipación y la plaza se llenó sin haber hecho difusión ni nada parecido. Convocábamos por radio, medios de comunicación que eran totalmente accesibles, porque aquí debemos señalar con claridad que el tema del agua no solamente le afectaba a los sectores populares, les afectaba a moros y cristianos porque, un ejemplo, hemos recibido el apoyo de administradores de condominios, y condominios bastante caros, entonces no es gente que no tenga dinero, pero gente adinerada que sí estaba molesta por la injusticia, o molesta por tener que pagar grandes cantidades de dinero por consumo de agua que ni siquiera utilizaban en los condominios porque tenían pozo propio. Entonces esas cosas enardecieron y tuvimos un enorme apoyo, pronto la plaza de Cochabamba quedó completamente llena y a partir de eso la población fue en incremento permanente en apoyo a la Coordinadora.

¿Y cómo se llega al tema del cabildo? Fue una pequeña concertación todavía de este incipiente equipo de gente que habíamos comenzado a discutir y se nos ocurrió convocar a un cabildo abierto a la población, y cuando la población se aparece ahí, la gente comenzaba a corear y señalar: "¡Que se vaya Aguas del Tunari, entonces que se rompa el contrato con Aguas del Tunari!" Y aquí, nosotros somos totalmente honestos, transparentes: al principio la idea ni siquiera era echar a Aguas del Tunari -y todavía se fue con cierta moderación-; era discutir el contrato. La Coordinadora fue absolutamente abierta a las discusiones, siempre habíamos accedido, nunca nos habíamos cerrado, y en el caso del primer cabildo habíamos exigido que se modificara el contrato y que queden sin efecto los incrementos tarifarios, como primera condición. Entonces el cabildo fue exigiendo mayores cosas, que se vaya Aguas del Tunari, pero aún así, la gente de la Coordinadora que estuvo en las negociaciones se mantuvo con cierta serenidad para que los pedidos no fueran grandes, y además mantuvimos no una intransigencia sino una apertura a la negociación para ver las posibilidades de que esto tuviera un resultado que no dañe absolutamente a nadie. Ahí sí debemos señalar que el gobierno se empecinó y la única cosa que nosotros podemos sacar como conclusión es que de por medio había elementos de corrupción que no le permitían retroceder. No ha sido la imposibilidad, no ha sido la credibilidad del estado sino elementos de corrupción los que no le han permitido al gobierno retroceder para la revisión del contrato que se había pedido inicialmente.

Pero poco a poco fueron endureciendo y bueno, la primera batalla se libró en enero, con tres días de bloqueo de caminos en la ciudad de Cochabamba. Para no dejar pasar nada absolutamente se bloquean las carreteras como una forma de presionar para que las autoridades se sentaran en la mesa de negociaciones. Eso es lo dramático: en Bolivia -y esto ya lo sacamos como conclusión de todo el proceso-, para modificar unos cuantos artículos de una ley ha tenido que haber muertos, ha tenido que haber por lo menos trescientos heridos, muchos de ellos convalecientes el día de hoy o que inclusive no van a regresar a la normalidad. Entonces, para modificar una ley ¿cómo puede haber ese tipo de cosas?

Eso ha sido hasta enero que se ha dado este primer bloqueo, pero además con factores en contra, aquí hemos tenido dos factores en contra, primero una de las organizaciones barriales cooptadas por el oficialismo, llamadas juntas vecinales. Esta organización en vez de velar por sus afiliados, en vez de velar por que Cochabamba se haga respetar en este tipo de contratos, lo único que hacía era entorpecer las negociaciones, se inmiscuía, y ellos aceptaban el incremento tarifario. Lejos de oponerse ellos iban a los barrios y explicaban que los incrementos tarifarios iban a ser menores de lo que nosotros estábamos señalando, que no era cierto lo que nosotros estábamos diciendo. Pero la población fue poco a poco rompiendo esa barrera. Una segunda institución que se puso en contra de la Coordinadora absolutamente fue el Comité Cívico, estas entidades que anteriormente representaban al conjunto de la sociedad. En el país en la época de la dictadura, se establecieron Comités Cívicos como una cierta respuesta de la sociedad civil para exigir los derechos globales ciudadanos, digamos mejora de caminos, velar para que una región tenga los recursos y no solamente la otra región, entonces ese tipo de elementos serán los que caracterizaron estos Comités Cívicos, pero lamentablemente el Comité Cívico en Cochabamba, también cooptado por uno de los partidos políticos, se adscribió al discurso de juntas vecinales para distorsionar lo que nosotros decíamos.

A pesar de esas adversidades pudimos sentarnos en la mesa de negociaciones. El primer bloqueo terminó obligando a que varios ministros vinieran a Cochabamba a sentarse en la mesa. Después de esa primera negociación se firmó un convenio en el cual se iba a revisar el contrato con Aguas del Tunari.

Como de costumbre el gobierno creyó que esto iba a terminar en ese día en un frío documento y, además, con una distracción al movimiento popular; creyeron que podrían simplemente dar algunas concesiones. Las concesiones eran mínimas, es decir, simplemente no va a subir 200%, va a subir 35, 25%, pero además pretendiendo engañar a la ciudadanía como a niños, simplemente disminuyendo los efectos temporales y llevándolos a un largo plazo, habían distribuido los porcentajes en el tiempo, entonces pretendieron engañar de ese modo a la población. Es decir, ahora el incremento va a ser de 25%, al año va a ser 8%. En última instancia, inclusive estos porcentajes eran mayores a los que inicialmente habíamos previsto.

Y bueno, el respaldo técnico que tenía la Coordinadora no se dejó embaucar, discutimos bastante bien, analizamos mucho este tema y tuvimos un excelente equipo de negociación en cada una de las fases. Llegamos a una segunda, nosotros la llamamos segunda batalla, y llamamos esto la toma pacífica de la ciudad de Cochabamba. Esta toma pacífica la habíamos planteado como una movilización un tanto particular porque, dijimos, tiene que ser una movilización bastante grande y además que ingresen a la ciudad de los cuatro puntos cardinales, que realmente se haga sentir para presionar efectivamente a los ministros y al gobierno, que enclaustrado en la ciudad de La Paz no escuchaba nada.

Entonces el ministro de gobierno, o sea la autoridad política, interpretó esto como un elemento de subversión y empezó a tomar preparativos de guerra contra Cochabamba. Trajo tropas policiales de otras regiones, tropas antimotines especializadas en este campo que virtualmente o que normalmente se encuentran atrincheradas en la ciudad de La Paz, las trajo aquí a Cochabamba. Además, con desfiles de amedrentamiento unos días antes de la marcha. Una noche antes de la realización de esta marcha nos pudimos reunir con el ministro de gobierno y varios ministros más, con la mediación de la iglesia, e hicimos conocer nuestro pedido. Nuestro pedido se mantenía -modificar el contrato-, y pedíamos también que el gobierno anulara -inclusive ya endurecimos pero todavía se planteaba la modificación del contrato- la revisión anterior del contrato, que en el primer cabildo ya se pedía y en el primer bloqueo también; todavía -en esto sí la dirigencia de la Coordinadora fue moderada todavía en su accionar- no quisimos entorpecer esto, todavía planteamos cosas propositivas, pero lejos de tener una aceptación recibimos realmente amenazas y terminamos, culminamos esa reunión con una amenaza del ministro en caso de encontrarnos al día siguiente en las calles.

Lo que ocurrió a partir del 4 y 5 de febrero fue calamitoso para el gobierno. Una marcha absolutamente pacífica, cuya única intención era ingresar a la plaza principal en Cochabamba, la prohibieron en absoluto y comenzaron una gasificación inmisericorde. Durante dos días agotaron el stock de seis meses que normalmente tiene la policía boliviana de irrigas, o sea gas antimotines. La asamblea de derechos humanos tiene una serie de denuncias: que inclusive se habían utilizado gases prohibidos en muchos países y se habrían utilizado en algunas guerras. Nosotros dejamos ese criterio a analistas técnicos, pero la población pudo verificar la forma inmisericorde de gasificar a un pueblo inerme. Pero de todos modos eso también terminó con una victoria, terminó con una victoria porque le fue imposible a la policía soportar eso y finalmente tuvieron que firmar nuevamente un convenio con la Coordinadora para la revisión del contrato y esta vez en serio.

No pudieron detener a la gente, al segundo día a las once de la noche la gente estaba ingresando victoriosa a la plaza principal. Ellos se retiraron y se replegaron en su unidad. La dirigencia de la Coordinadora tuvo que aplacar a la gente porque se había firmado un acuerdo en el arzobispado, y tuvimos que salir a las calles para aplacar, para que la gente no siguiera con la confrontación.

Después de eso, del 4 de febrero hasta abril se sucedieron una serie de hechos de incumplimiento, además, un acierto de la Coordinadora fue plantear plazos concretos, por ejemplo le dijimos al gobierno, bueno, antes de la batalla final le habíamos dicho al gobierno que tienen hasta tal fecha para arreglar, si no, nosotros nuevamente vamos a llevar a la movilización.

En ese momento se hizo una cosa totalmente novedosa en el país y en Cochabamba en particular, porque se hizo una consulta pública; con imperfecciones, una consulta pública un tanto apurada, una consulta pública con una organización un poco todavía incipiente, pero en fin, ha sido la primera en que la ciudadanía ha planteado y ha hecho conocer su criterio. Hemos instalado mesas de consulta pública en diferentes puntos de la ciudad a las cuales la población ha asistido y ha emitido su criterio, de forma democrática. Con toda la precariedad de esta consulta, son 50 mil personas que han emitido su criterio y 98% de ellas pedían que Aguas del Tunari se retirara, ¡98%! Pero además hicimos que esta consulta pública estuviera fiscalizada. Pedíamos que algún organismo estatal fiscalizara pero menospreciaron esto, decían "no tiene ninguna validez su consulta pública". Pedimos al sindicato de trabajadores de la prensa y particularmente a su tribunal de honor que fiscalizaran esto y ellos sí accedieron, fiscalizaron esta consulta pública y se percataron de su transparencia.

Hay que señalar algunas anécdotas: por ejemplo, normalmente para todo el proceso de recuento y para la calificación de esta consulta lo hicimos de forma abierta a todos los medios de comunicación, pero había algunos momentos en que los medios de comunicación se aburrieron de ver y contar votos, y era impresionante la rigurosidad con la que los compañeros calificaban cada uno de los criterios emitidos, ahí hemos anulado papeletas y hemos hecho todo eso sin que nadie nos controle, entonces esto ha mostrado un otro proceso. Un elemento con el cual quizá pudo haberse evitado toda la guerra si simplemente se consultaba a la población a través de la corte electoral o de algún otro mecanismo creado expresamente, porque también nosotros les planteamos a partir de esta consulta un desafío: que el gobierno haga esta consulta, que se anime en Cochabamba a preguntar a la gente qué es lo que quiere, porque seguramente el gobierno pudo haber hecho esto, pero no lo hizo.

En la consulta eran tres preguntas referidas a la presencia de Aguas del Tunari, si preferían la revisión del contrato o que se vaya Aguas del Tunari. Eran tres preguntas pero ¡eran tan complicadas! No hicimos una prueba antes -seguramente hubiéramos tenido 100% por la anulación del contrato- y entonces, al momento de verificar, nos llevamos la sorpresa de que las preguntas eran demasiado confusas. Esto creo que ha sido una demostración de que la Coordinadora quería resolver el conflicto estrictamente dentro del proceso democrático, dentro del proceso de consulta. Pero a partir de esa fecha sí endurecimos la posición de la Coordinadora, porque sí desafiamos al gobierno a que si no se cumplía -incluso les dimos plazo: la consulta pública se hizo el 5 de marzo, les dimos plazo hasta el 30 de marzo-, así con claridad, si hasta el 30 de marzo no se revisa el contrato la movilización va a ser -y además así la denominamos- la batalla final: o gana el gobierno o gana la población.

Finalmente, a partir del 4 de abril la población salió a las calles y salió masivamente porque el gobierno no había cumplido en lo absoluto -y la característica del gobierno era que solamente cuando veía gente en la calle enviaba a los ministros, mientras tanto no le interesaba para nada-, pero cuando vio gente en las calles sí comenzó a preocuparse. El día 6 de abril, hubo una impresionante movilización en toda la ciudad, con toda la ciudad paralizada, en la cual no solamente salían a bloquear gente adulta, sino niños, ancianos y todos. A veces en una calle era simbólico el bloqueo, se amarraba un pedazo de alambre y se le ponía un periódico, nada más, y ni siquiera había nadie, pero nadie cruzaba por ese lugar.

El día 5 de abril nos invitan a continuar con el proceso de negociación en las instalaciones de la prefectura y mientras íbamos negociando en presencia del arzobispo, de los diputados, nos dicen que dejemos celulares y que quedamos detenidos. Esa noche permanecimos detenidos hasta las cuatro de la mañana, pero se produjo una reacción masiva de la población. Cuando vieron que la población lejos de pacificarse por la detención redobló su capacidad de respuesta, nos soltaron a las cuatro de la mañana y, además, sin ninguna explicación, nos dijeron "quedan en absoluta libertad", a las cuatro de la mañana. Al día siguiente, el 6 de abril, se inicia un proceso, la movilización era mucho más grande todavía, el arzobispo desesperado negoció con la prefectura, y bueno, a las cuatro de la tarde a nosotros nos comunican que finalmente el gobierno accedería a que Aguas del Tunari se vaya. Nosotros aceptamos, la comunicación fue verbal, aceptamos esta explicación y con la garantía de la iglesia dijimos que íbamos a levantar esto, pero no había nada escrito, porque también entendíamos que el gobierno no se iba a hacer la burla de la población. Y comenzaron los festejos, y finalmente en la noche se hizo una misa y todo eso, en el arzobispado, y cuando creíamos que todo estaba resuelto, el gobierno de forma mañosa y artera, de forma ilegal, además, intentó dictar un estado de sitio y con ese argumento procedió a la detención de varios dirigentes de la Coordinadora. Esta detención fue un confinamiento hacia uno de los lugares más indignos que existe en Bolivia, hacia la frontera con Brasil.[3] Y ya lo que ha ocurrido yo no lo puedo contar, porque yo estuve del otro lado, pero lo que los compañeros señalan es que la detención originó que la población más bien saliera con mucho mayor rigurosidad a la calle y no permitiera que nadie circulara; sí hubo muertos, hubo enfrentamientos, ya salió el ejército, y en este proceso lo más importante que hay que resaltar para las generaciones futuras es que se derrotó a la policía, se derrotó al ejército. La Coordinadora era el poder y la autoridad en Cochabamba, que daba permiso inclusive a los funcionarios de la prefectura para entrar y salir de la prefectura, y aquí la población se había organizado autónomamente inclusive por encima de las decisiones de la dirección de la Coordinadora. Aquí hay que valorar enormemente a todos los muchachos de la calle, porque a muchachos que normalmente los califican de polillas -aquí se utiliza el calificativo de polillas para todos los muchachos que viven en la calle-, estos muchachos tuvieron un comportamiento ejemplar porque se atrincheraron en la plaza, hicieron de la plaza su propiedad durante tres, cuatro días y no permitieron que ocurran cosas irregulares. Cualquiera diría que estos muchachos que viven en la calle son adictos al alcohol o a otro tipo de drogas; sin embargo, con una disciplina férrea, inclusive destruyeron botellas de alcohol para mantener la disciplina en sus filas. Un sistema de autorganización único en la ciudad de Cochabamba, algo totalmente ejemplar y que seguramente sólo se puede ver en procesos colectivos, no hay mayor posibilidad.

Solamente la victoria nos permitió a nosotros el retorno porque seguramente de haber perdido nos hubiéramos quedado unos tres meses o quién sabe qué tiempo en la prisión, porque inclusive ha habido todavía situaciones de persecución posterior a la dirigencia de la Coordinadora y hemos tenido informes de que en fuentes de la inteligencia militar y policial se dieron órdenes de ejecución de miembros de la Coordinadora. Entonces hubo una fuerte persecución para la Coordinadora y solamente la victoria pudo hacer que se retornara y que la dirigencia no pudiera ser víctima de estas cosas.

Se ha cuestionado también a la Coordinadora, algunos medios de comunicación y algunos intelectuales han dicho que la Coordinadora pudo realmente haber hecho que el poder popular no solamente se quedara en Cochabamba, sino que se extendiera en todo el país. Pero bueno, hay diferentes visiones al respecto, la Coordinadora no era un grupo político con intenciones de apoderarse de Cochabamba, por lo menos nuestra visión era reclamar por el agua en un principio; ésa fue quizá la limitación. Es cierto que se había liberado la ciudad, y que la autoridad máxima de Cochabamba fue la Coordinadora; es más, los compañeros nos narraban -y eso también lo vimos posteriormente- que muchos de los que se habían apoderado de la plaza, de los que habían hecho que Cochabamba fuera otra cosa, en última instancia tuvo que acudirse a la exhortación para que depusieran y se pudiese regresar a la normalidad. Fue difícil este proceso de desarticular un movimiento realmente casi insurreccional. Algunas de las críticas nos decían, "ustedes en los hechos han logrado lo que en la comuna de París se hizo". No lo discutimos al interior de la Coordinadora, y bueno definitivamente no sé si la intención era ésta, pero las cosas, los acontecimientos se fueron dando de este modo.

En el tema del agua creo que se ha tenido una dirección coherente. No sé, reitero esto del plano político, quizá se pudo avanzar más ahí, o quizás este mismo hecho de querer avanzar pudo haber distorsionado también el movimiento; dejo en la duda este aspecto, pero fueron momentos importantes de solidaridad, de compañerismo. Óscar Olivera utiliza un término que me parece que tiene apego: "Por primera vez -decía-, los cochabambinos y las cochabambinas hemos salido a las calles para manifestar nuestra solidaridad y nuestro encuentro". Es eso lo que se ha visto, por ejemplo las mujeres, las vendedoras de comida de la cancha,[4] salían y solidariamente sin preocuparse si estaban perdiendo dinero entregaban comida a la gente de los barrios, a la gente que caminaba kilómetros para estar ahí. Porque también hay que señalar que, por ejemplo, no solamente ha peleado gente de la ciudad, sino que ha venido gente de distancias que caminando llegaban en tres días. Desde el inicio hasta el final del conflicto ha llegado gente del área rural solidaria. También hay que destacar el papel del movimiento cocalero que, sin exigir nada a cambio, ha estado peleando codo a codo con nosotros; era impresionante ver el grado de solidaridad cuando de un convento de monjas sacaban llantas para quemar o traían pequeños refrigerios, y donde el guerrero[5] que estaba arrojando piedras venía de la trinchera, engullía una masa o tomaba un refresco y corría nuevamente a su trinchera. Cosas de ese tipo, ver niños de diez, doce años en plena trinchera, peleando en algunos casos tal vez hasta sin saber por qué, sin saber el tema del agua, pero sabiendo que querían alguna cosa mejor.

Portavoces o líderes

Se han dado liderazgos, pero sobre todo se ha tratado de mantener una autoridad colectiva, la de la asamblea. Quizá los detalles se han asumido por los voceros, digamos criterios de negociación y otro tipo de detalles. Es cierto que se han forjado nuevos liderazgos al interior de la Coordinadora, que muestran, además, su presencia a nivel departamental; sin embargo decía también que por encima del criterio del liderazgo, u otro tipo de criterios, siempre se ha tratado que las decisiones importantes en este caso sean colectivas. Hemos cuidado eso de que, por ejemplo, el ingreso en alguna movilización, el tomar alguna medida así definitiva o ese tipo de cosas, tengan que ser asumidos por las asambleas. Las asambleas sí son absolutamente horizontales, las iniciativas pueden venir por cualquier vía, es más, la Coordinadora en algún momento se convirtió en una oficina -que jamás se ha tenido-, una especie de oficina del consumidor en la cual venían pedidos absolutamente de todos. Nosotros hemos interpretado esto de la siguiente manera: es que al ciudadano común nadie le escucha y algunos ciudadanos han venido a traer una demanda, una necesidad, simplemente para que alguien lo escuche, aunque sea irrealizable esa su demanda, pero el ciudadano sí tenía en quien descargar esa su frustración. Eso ha sido un poco la Coordinadora, hemos tenido demandas de que se incrementaba el gas, que los estaban desalojando de su vivienda, que el agua potable tenía problemas allá lejos. En una especie de autoridad de aguas ya nos convertimos. Nos fue difícil realmente, la capacidad no nos dio como para abastecer este tipo de demandas. La horizontalidad todavía se mantiene pero hay otro hecho importante, y que particularmente yo he sido uno de los que me he opuesto a esto: es que la Coordinadora saque personalidad jurídica. Por la siguiente razón: yo creo que la Coordinadora debe existir mientras tenga el apoyo del movimiento popular, no creo yo que la Coordinadora deba tener personalidad jurídica que, como el resto de las organizaciones que tenemos en América Latina, aún sin tener las suficientes bases intentan mantener el nombre de alguna organización y finalmente se convierten en eso, en el nombre, y a nombre de esa organización realizan convenios, firman acuerdos. En cambio, nosotros nos hemos opuesto a que tengan ese aspecto legal, porque creemos que si el movimiento popular deja de apoyar a la Coordinadora en algún momento, dejará de existir. Por esa misma razón ni siquiera tiene una estructura orgánica sólida, porque creemos que tenemos experiencias un tanto amargas en el movimiento sindical especialmente, el hecho de la membresía o la pertenencia a una organización le da lugar al chantaje, a decir "si no se incluye esta demanda mi sector se va a retirar", u otro tipo de cosas. En cambio, en la Coordinadora simplemente ofrecemos espacios de lucha: la organización que quiere participar con una determinada demanda participa, la organización que quiere descansar, que no le interesa esa demanda en particular, no participa. Entonces está abierto, no la hemos echado, seguramente más adelante cuando quiera retornar y asumir alguna otra demanda, lo va a hacer. No nos enojamos con nadie, por eso es que no se hacen inscripciones, no se hacen registros, simplemente tenemos una serie de direcciones a las cuales invitamos y convocamos para nuestras asambleas. Nuestras asambleas son tan democráticas que hasta los agentes del gobierno participan ahí infiltrados, disfrazados.

Las elecciones y la construcción de alternativas sociales

Básicamente ahí, hemos tenido algunas divergencias, divergencias quizá en el sentido constructivo. El grueso de los representantes de la Coordinadora, en los cuales me incluyo, no creemos en los partidos políticos en este momento en el país; seguramente existen partidos políticos de izquierda o de algún otro tipo de representación popular en otros países que han tenido excelente experiencia, como en Brasil, o algunos otros países, pero en Bolivia lamentablemente los partidos políticos se han prostituido y no tienen una claridad en sus propuestas, puede ser lo mismo, puede ser el mismo planteamiento de cualquier otro partido de derecha.

Frente a este panorama, y además viendo que Bolivia está entrando quizás en un último ciclo, porque el análisis económico nos lleva a pensar que estamos tocando fondo realmente, yo diría, y quizás sea el más pesimista dentro de la Coordinadora, yo creo que Bolivia está entrando a su último ciclo dentro de tres, cuatro años, quizá un año más de vida, si es que no arregla su situación económica. La crisis es totalmente devastadora, y precisamente por esta razón es que hemos discutido estos temas y habíamos señalado que la Coordinadora no debiera participar en este proceso electoral, porque por esta vía no le vamos a resolver absolutamente nada a la población, no le vamos a resolver el problema de desempleo, no le vamos a resolver el problema de justicia, no le vamos a resolver el problema de equidad en muchos aspectos.

Entonces, bajo este criterio, lo que se había señalado fue que la Coordinadora era una organización amplia, bastante amplia, en la cual seguramente existe mucha gente -y hemos tenido hasta gente de algún partido de derecha-, pero que si quería pelear por el agua nunca la hubiéramos marginado. Así fue que dijimos: en el momento en que la Coordinadora tome el camino por alguna organización política seguramente esta gente que siempre ha apoyado a la Coordinadora se nos va a ir, por eso habíamos asumido la decisión de que ninguno de los voceros, por lo menos, fuera a inscribirse a ninguna organización política. Pese a ello, hemos tenido por lo menos uno de los casos que se nos fue a la derecha, a la extrema derecha además. Algún otro compañero, un tanto en representación de su sector, asume una participación política con alguna organización popular, pero de todos modos nosotros creemos que este tipo de casos perjudica al movimiento en sí porque menoscaba el discurso que se tenía, menoscaba porque si algo logró la Coordinadora en todo este tiempo es hacer que su discurso siempre fuera verificable, pero en la medida en que alguien rebasa esos límites y se muestra con discurso contrario la gente dice "esta persona es una más del montón, que simplemente sigue las mismas reglas del sistema". Eso un poco ha generado algunas, no rupturas, sino algunas desavenencias, pero creemos que el espacio de la Coordinadora se mantiene totalmente intacto y más allá de la simpatía que cada uno de nosotros podemos tener por un determinado candidato. Tenemos una enorme simpatía, por ejemplo, con el movimiento del compañero Evo Morales,[6] con el cual hemos compartido procesos de lucha y con el cual hemos estado permanentemente en las calles más allá de que no compartimos la visión electoral, pero no por eso nos peleamos ni hacemos procesos de ruptura; el compañero Evo Morales tiene una visión, le dejamos en absoluta libertad de participar en las elecciones; es más, seguramente mucha gente de la Coordinadora lo va a apoyar; pero nosotros creemos que la Coordinadora como espacio es eso, un espacio que no puede comprometerse ni a uno ni a otro sector, que el movimiento popular seguramente eso va a valorar.

Los horizontes de lucha

Yo creo que inclusive si Bolivia no resuelve sus problemas en los próximos cuatro o cinco años se inviabiliza a sí misma. Bajo esa misma visión, creemos que la Coordinadora no es una entidad neutra, definitivamente; cada movilización, cada una de las demandas que tiene la Coordinadora está disputando un espacio de poder, y dentro de esto nosotros creemos que en las próximas batallas que va a librar la Coordinadora -porque además ésa es la demanda de gran parte del pueblo boliviano-, en algún momento va a demandar el poder en sí -porque creemos nosotros que la clase dominante en este país no funciona y no da más-, pero no a través de los partidos políticos sino a través de las reivindicaciones de los grupos sociales de los diferentes movimientos, movimientos con su propia identidad. Entonces en algún momento la Coordinadora, por lo menos ésa es la pretensión, tratará de consensuar estos movimientos para que definitivamente sean las propias organizaciones las que encuentren un destino como ellas imaginan para este país. Ya no queremos un país visualizado por la clase dominante que además es incapaz; no ha sido capaz de darle respuesta al movimiento popular desde ningún punto de vista. Ésa es la visión que tenemos nosotros. Creemos que efectivamente todas las demandas de la Coordinadora son políticas pero no son partidarias.

Es una utopía de la Coordinadora lograr una movilización a nivel nacional, pero creemos, o sea nos hemos movido en una esfera regional, Cochabamba, y bueno hemos tenido algunos atisbos de una movilización a nivel nacional, todavía nos cuesta bastante articular con otros movimientos, un tanto por el caudillismo, que frena bastante. Pero al ser simplemente un espacio la Coordinadora también se convierte en un atractivo para los sectores populares, y creemos nosotros que en algún momento los sectores populares van a coincidir en sus propias demandas y necesidades y, a través de esto, esperemos que puedan realmente plantearse un destino diferente al que nos hemos estado planteando.

Un tema político que nos hemos planteado con claridad ha sido el de la Asamblea Constituyente. Nosotros creemos que debemos refundar este país, modificar la forma de administración, sus propias leyes, y creemos que esto debe hacerse a través precisamente de los cabildos, de las decisiones colectivas, de las decisiones en las cuales los grupos sociales sean los que señalen este camino. Nuestra propuesta hoy día es discutida por un conjunto de organizaciones, ha estado capturada por las organizaciones partidarias que han estado intentando desvirtuarla, pero nosotros también así como tuvimos paciencia en las elecciones municipales, tenemos toda la paciencia en estas elecciones nacionales. Después de las elecciones nacionales la Coordinadora nuevamente saldrá a las calles, porque definitivamente las elecciones no le van a resolver el problema del hambre al movimiento popular.

Estamos proponiendo los cabildos, estamos pretendiendo además que se incorporen las regiones, queremos abrir en todo el país un eje en el cual ya la población se incorpore masivamente a un proyecto de este tipo, un proyecto que permita que sean los cabildos los que discutan, porque tenemos una distorsión: ¿por qué tenemos que pelear para que se cambie un artículo de una ley y no podemos hacer otra ley totalmente diferente? Ésa es la visión de la Coordinadora.

Nosotros creemos que éste es un trabajo paulatino, es un trabajo en el cual la desesperación puede llevar al error, que quizás en el pasado se han ido cometiendo y gente quizás con mejores intenciones que nosotros, pero creemos que Cochabamba nos ha dado múltiples enseñanzas, hemos aprendido de eso, y bueno esperemos que también este proceso se encamine de manera paulatina y segura hacia estos cambios, cambios definitivamente de estructura porque no tenemos otra forma. Decía hace rato que los sectores dominantes en este país han manejado por más de quinientos años y no resuelven en absoluto las necesidades de la población, esperemos que la población misma pueda resolver sus necesidades.

Hay algo que aquí definitivamente cataliza, nosotros ya no tenemos el tiempo necesario para esperar otros quinientos años, definitivamente, y el rumbo que prevemos que está tomando el país, tal cual está el día de hoy, no da para más, si bien va a ser un proceso paulatino y gradual esto, pero también va a tener que darse en ese tiempo para corregir lo poco que nos queda, dentro de la visión, dentro de lo que nosotros avistamos para nuestro país, realmente es poquísimo lo que nos queda, ¿de qué estamos hablando?, ¿estamos hablando de cuánto? Como país, en ingresos por concepto de venta de recursos naturales estamos hablando de 90 millones de dólares; para el presupuesto de un país, seguramente tú te ríes comparando con lo que es México, si hablamos de México creo que 25 mil millones de dólares son el déficit fiscal y la deuda externa es 180 mil millones de dólares. Entonces estamos hablando ya de cifras totalmente rayantes en lo ridículo para un estado. Para gestionar todo un país eso ya es una cifra muy baja. ¿Cómo poder creerles a los gobernantes en este momento al señalar que con 90 millones de ingresos provenientes de la venta del gas van a hacer que este país nuevamente salga adelante? Tenemos que pensar en formas alternativas de solución, en formas que quizás por la excesiva dependencia de mercados, la excesiva adscripción al modelo neoliberal, excesiva adscripción a los conceptos de exportación, importación, hayamos despreciado elementos que atingen a nuestras propias culturas, entonces tendremos que incorporar esos elementos para realmente hacer que este país resucite de la inercia en la que ha entrado. No hay otra forma de pensar, pensar que vamos a continuar con estos modelos exportadores que nos han hecho creer, ya es imposible: ¿qué vamos a exportar si ya se acabó todo lo que teníamos que exportar? Ya estamos quedando como uno más de los países africanos en los cuales ya no hay ningún recurso que extraer, que con las comunidades va a ocurrir como con los tutsis, que aquí tengamos que llegar a ese tipo de confrontaciones; nosotros creemos que ése es uno de los elementos que no debemos permitir sino más bien que debemos hacer que el país pueda, inclusive, entrar en formas de autoabastecimiento capaces de ser alternativas a las que normalmente se producen.

[*]

En la medida de lo posible, hemos intentado mantener el estilo lingüístico del entrevistado.

[1]

Se llama regantes a los campesinos de las áreas circundantes de Cochabamba que gestionan tradicionalmente el agua por usos y costumbres. Es uno de los sectores que más importancia tendrá en la guerra del agua.

[2]

Empresa municipal de distribución de agua.

[3]

Se trata de una prisión de la que, se dice, nadie regresa vivo. Una prisión de alta seguridad en zona tropical y sin ninguna protección contra el clima o las alimañas propias del lugar.

[4]

Mercado central de abasto de Cochabamba con una fuerte presencia indígena.

[5]

Se llama "guerreros del agua" a quienes estaban defendiendo la plaza, particularmente a los ubicados en las barricadas, sin embargo para algunos de ellos mismos, los guerreros del agua son todos.

[6]

Líder del movimiento cocalero y candidato a la presidencia por el MAS.



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2002 (México: ERA-IIEc)


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